viernes, 25 de mayo de 2012

La guerra de los escritores


Hubo una guerra en la que una gran cantidad de escritores e intelectuales decidieron participar no sólo denunciando el conflicto u opinando sobre él desde el exilio, sino involucrándose en la lucha armada de un país extranjero que se había mantenido durante mucho tiempo al margen de la historia de Europa. Fue la Guerra Civil española.
Muchos acudieron a la lucha temerosos de una victoria fascista en España: André Malraux, François Mauriac, Jacques Maritain, Antoine de Saint-Exupéry, Louis Aragon y Paul Éluard llegaron de Francia.

Si quieres leer el artículo completo puedes hacerlo en                           http://www.inventiomag.com

jueves, 5 de abril de 2012

La música

Dicen que la capacidad para la música y el lenguaje se encuentra grabada en nuestro cerebro desde que nacemos. Como si tuvieramos dos microchips, uno que nos permitirá programarnos para el habla, y otro para reconocer, tararear y disfrutar la música. Sin embargo, su origen y su función son un misterio.
 

Hace más de 30,000 años nuestros antepasados dejaron tras de sí flautas elaboradas con hueso y cráneos de animales que podrían haber sido utilizados como tambores. En un artículo titulado “Cerebro y música”, publicado en la revista ¿Cómo ves? De la Universidad Nacional Autónoma de México, el etnomusicólogo y compositor Francisco Delahay y el físico Sergio Regules explican que ya Darwin se había sorprendido ante la capacidad del hombre de disfrutar y producir música, y que incluso llegó a plantear que esta capacidad podría clasificarse como una de las más misteriosas de las que está dotado el hombre, ya que no presenta ninguna utilidad directa para su supervivencia.
 

Sin embargo, en todas las sociedades humanas existe la música y las habilidades musicales se presentan en los niños en las primeras etapas de su desarrollo. Delahay y Regules explican que un bebé de doce meses es capaz de discriminar entre sonidos considerados agradables o desagradables y deducen que la capacidad para apreciar la música es innata. Los autores proponen entonces la siguiente suposición: “si la evolución nos ha dotado de cerebros musicales debe ser porque la música confirió a nuestros antepasados alguna ventaja en el entorno en que vivían”. 

Explican que mientras algunos autores sostienen que la función de la música era mantener unido al grupo en una época en la que la cohesión social era de vital importancia para la supervivencia, otros como Darwin plantean que la música surgió como una herramienta para el cortejo similar al canto de las aves, pero esta última opinión es hoy minoritaria.
 

El artículo menciona la opinión del psicólogo experimental Steven Pinker, del Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, que sostiene que la música no es una adaptación sino una especie de efecto secundario de otras habilidades y necesidades del organismo humano. Según él, los sonidos repetitivos, ordenados y predecibles estimulan los centros de placer indicando que hemos encontrado un ambiente ordenado, predecible y seguro. Plantea que la música puede ser una cualidad innata sin necesidad de que sea una adaptación y la compara con el caso de la gastronomía.
 

Los autores explican que los especialistas se han dado cuenta de que la música no sólo activa la corteza auditiva sino también otras áreas del cerebro especializadas en tareas muy diversas: las que controlan los músculos (particularmente en las personas que tocan algún instrumento), los centros de placer que se activan durante la alimentación y el sexo, las regiones asociadas con las emociones y las áreas encargadas de interpretar el lenguaje. Además sostienen que las actividades musicales (escuchar, tocar y componer) ponen a funcionar todas nuestras capacidades cognitivas. La música se procesa principalmente en la corteza auditiva del hemisferio derecho (aunque no exclusivamente), mientras que el lenguaje se procesa preferentemente en el izquierdo. 

Sostienen también que en los músicos la corteza izquierda interviene más que en las personas que no lo son, ya que los primeros escuchan la música de una manera más analítica.
 

Todavía está abierto el debate sobre si la música cumplió una función adaptativa en nuestros antepasados o es más bien un efecto secundario de la complejidad del gran desarrollo del cerebro. Así, quizás no podamos hablar de ella como de la cultura, los mitos, el arte o la ciencia, que probablemente derivan de la capacidad de abstracción y simbolica que permite la estrecha relación entre nuestro cerebro y el lenguaje. 

Se ha demostrado que el cerebro no procesa igual la música que el lenguaje y  personas para las que es imposible reconocer sonidos musicales, conservan perfectamente sus habilidades para el lenguaje y pueden distinguir perfectamente la entonación de una afirmación o una pregunta.
 

Delahay y Regules explican que en los años 50 Noam Chomsky alegó que el cerebro humano viene equipado con una especie de programa de gramática, no para hablar un lenguaje específico, sino una gramática universal, por lo que todas las lenguas del mundo tendrían una estructura común a cierto nivel. Los autores exponen que algunos expertos han extendido estas ideas a la música.
 

Pero una cosa es la capacidad para apreciar e incluso producir la música y otra su lectura y comprensión. Llevar a cabo el proceso de escribir música, interpretarla y leerla son actividades que no podrían llevarse a cabo sin la existencia de un sistema de símbolos y de un lenguaje para expresarlos.

Bibliografía 


Delahay, Francisco; Regules, Sergio;  “El cerebro y la música”, en ¿Cómo ves?, año 8, núm 87, p10, México, UNAM, 2006.